Fantasmans vía App

© Juanca Romero Hasmen

Aquel perezoso investigador de denominación autoproclamada, corrió a coger su teléfono móvil, y sin apenas tomar aire para respirar, busco en la tienda virtual una aplicación que estaba causando furor entre los camaradas de estas cosas del misterio. Según le habían contado y al parecer pudo constatar, se pueden detectar presencias fantasmales a través de la pantalla del Smartphone. Y así, de este modo y tras haber realizado la instalación pertinente, el buen hombre, cual norteño monaguillo alegrón y condescendiente, salió a la calle en busca de los espectros como si del dichoso Pokemon Go se tratase. Buscó fantasmas allí por donde pasaba, en las ruinosas casas de su pueblo, en casa de familiares y amigos, hasta en su propia casa, en la que frente al espejo pudo encontrarse de frente con uno de ellos.

Rápidamente se extendió la moda del caza fantasmas a través de una obligatoria tarifa de datos móviles, y comenzaron a publicarse informes referidos a casas encantadas y otras cosas parecidas con la única “fuente fiable” de un programita informático creado para la telefonía. ¿Parece surrealista esto de lo que estoy hablando?, pues agárrese a las páginas del periódico porque es absolutamente cierto. Pero voy más allá; hay algunos que publican en revistas del género y lanzan a través de las ondas radiofónicas, experiencias en el campo de la investigación, afirmando que mediante un gran despliegue técnico, han detectado presencias espectrales en inmuebles concretos, lanzando a la opinión pública tres grandes mentiras. Primera, que son investigadores cuando en realidad sólo ejercen de experimentadores de 2ªB. Segunda, que han realizado un gran despliegue técnico cuando en realidad únicamente han ido pertrechados por la estúpida aplicación móvil y alguna grabadora comprada en los chinos. Y tercera mentira, la historia que montan alrededor de lo contado para hacer todo mucho más creíble o al menos, mediático. Amigo lector, se sorprendería a extremos superlativos si conociera los entresijos de algunos programas de TV o conclusiones publicadas en revistas y libros.

La mentada aplicación móvil –hay un buen puñado que utiliza la palabra inglesa ghost como reclamo-, ha llegado para infectar aún más el desdibujado mundo de la investigación en el campo de lo insólito, en el que hay grandes y buenos profesionales que saben distinguir lo que es un equipo  técnico para la experimentación, de una absurda App de gratuidad económica, pero carísima en cuanto las consecuencias sociales. Hacer creer a la población que se puede detectar fantasmas mientras el teléfono tenga batería, es rebajar el intelecto humano a la altura de las pisadas de Sancho Panceta, grandes y profundas. No voy a entrar en esas cosas de si los fantasmas existen, pero de hacerlo, creo que se alimentan de la estupidez humana.