Juanca Romero © Junio 2023

Desde hace un buen puñado de años no es complicado encontrar en Internet un llamativo y supuesto “apunte histórico” en el que se señala la existencia a mediados del siglo XIX, de una orden religiosa denominado Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga. Al principio pensaba que se refería a alguna actividad relacionada con el material para hacer cestas y/o para acomodar a las bestias en los establos, pero nada que ver.

La principal misión de estas monjas también conocidas como pajilleras de caridad, eran mujeres que prestaban consuelo a los muchos soldados heridos en la Guerra de Sucesión, sujetándoles el miembro para descargarles así la ansiedad, el mal humor y el calentorro de todos esos hombres encerrados e impedidos. Según se ha contado durante estos años, a estas generosas monjas se les unieron otras mujeres que a modo de voluntariado, ejercían también de masturbadoras de hombres víctimas de la guerra. Al parecer aquello fue un rotundo éxito y la idea fue copiada por otros lugares del territorio español.

¿Hay alguien que se haya tragado este bulo?, pues reconozco que cierto margen de veracidad le di hace unos años, aunque en Tenerife hay un periodista muy conocido que aún cree de su existencia, aunque apenado de que no haya guerra que pueda acercarle a ellas.

Todo fue un invento más de los muchos que pululan por Internet, con ingredientes suficientemente atractivos como para no convertirla en viral en cuestión de días; monjas masturbadoras, respaldada por el propio obispado y recibiendo candidatas al continuo esfuerzo de la muñeca. Como suele ocurrir en estos casos, a poco que se indague en los pasajes de la historia pura y dura, es fácil detectar las incoherencias entre fechas y sobre todo, la inexistencia de tal Cuerpo de Pajilleras. La Guerra de Sucesión finalizó más de un siglo antes del supuesto año de creación de este colectivo, que dicho sea de paso, de haber existido, hubiera realizado una labor social verdaderamente importante, claro que para esas cosas de la descarga de los placeres próximos a lo instintivo, ya había profesionales apostadas en las barras de las posadas y polvorientas esquinas.

Dicen que la idea para esta mentira cibernética surgió de una secuencia de la película “Johnny tomó su fusil”, en la que una enfermera realiza el acto de generosidad con un soldado sin extremidades. En fin, desmontada la bella historia, sólo nos queda recurrir a una ONG que en Japón hace pajillas asistidas a personas con discapacidad… lo dicho, pura labor social.

Así pues amigo lector, como ha comprobado, el misterio es esa alargada culebrilla que no deja de sorprendernos en todas sus vertientes, a veces con morbo añadido.

EL BULO DE LAS MONJAS PAJILLERAS
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