Juanca Romero © Julio 2023

Decía la cancioncilla: “el verano ya llegó, ya llegó, ya llegó”, y a nadie le quedan ganas de discutirlo, ya que los fuertes calores que hemos padecido estos días, lo han dejado mucho más que claro. Y con la temporada estival, también asoman por la desvencijada ventana estacional los anuncios de alertas OVNI, reuniones de los favorables a la existencia de vida inteligente más allá de este nuestro planeta. Es una tradición con olor añejo que hace un puñado de décadas causaba sensación entre propios y extraños, y hay que decirlo, servía de punto de encuentro entre los inocentes buscadores de respuestas, y un buen puñado de cuentacuentos que se escudaban en el escalón superior aportado por unos cuentos medios de comunicación y vendedores de interesados humos.

Para informar al profano en la materia, una alerta OVNI no es más que una reunión, generalmente en un lugar natural (playa o montaña), en la que se da cita un grupo de personas esperanzado en que aparezca un puñado de platillo volantes sobre sus cabezas como respuesta a su llamada. Dicho de otro modo, en estas convocatorias se juntan los amigos de los ET’s para recibirles con los correspondientes boatos. Pero debemos ser justos en las definiciones, y amoldarlas a las claves actuales, inmersas en conceptos más tecnológicos y en la sociedad de la información.

Ahora las quedadas ufológicas se han convertido en botellones siderales en los que tres o cuatro de los asistentes se erigen como líderes de la reunión, y despliegan sus emplumados reclamos para mostrar el baúl de conocimientos en la materia que llevan a sus espaldas. Durante un puñado de horas, combinan rectilíneos movimientos de pescuezos entre la nevera “garimbera” y el apunte de cabeza hacia el despejado cielo por el que a deshoras circulan satélites, estrellitas, pardelas despistadas y algún electro-búho. Este tipo de encuentros no necesitan obligatoriamente de aparatajes especializados, aunque el buen “busca naves” suele acudir a la alerta provisto de alguna App telefónica especializada en cazar naves, una grabadora por si al ET le da por soltar unas primeras declaraciones, y los más aventajados, se llevan el portátil para hacer un rastreo de cacharrejos voladores tales como aviones o sucedáneos. Acudir a una alerta ufo sin alguna revista especializada y un book de avistamientos de salón, se convierte en un fallo casi imperdonable.

Ha llegado el veranito y con él, los platilleros comienzan a releer libracos de cazadores de OVNI’s, desempolvar los chalecos y a darle nuevamente forma a las gorras “I Love ET”, indispensables para que los alienígenas puedan verlas desde las ventanillas de la nave cuando hagan la pasada de reconocimiento. Se verá una fuerte luz en el cielo, y en ese momento, algún asistente recibirá un WhatsApp en el que se podrá leer: ¡Ya estamos aquí!

OJITO QUE VIENE LOS PLATILLEROS
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